miércoles, 27 de marzo de 2013

Mi mujer y la muñeca de porcelana



Recuerdo de manera perfecta aquél día, ella se encontraba tan radiante y hermosa, como siempre.

"Q-quiero esa..." Dijo mientras apuntaba a una pequeña muñeca de porcelana, con la piel blanca, como ella, unos preciosos ojos azules y un cabello dorado tan brillante como el sol.

A mi mujer le aterraban las muñecas de porcelana, sin embargo sentía una increíble fascinación por estas mismas y me pidió que le comprase una para "Superar su miedo".

Cuando ella la tomó, su frente sudó un poco y sus ojos quedaron clavados a los de la muñeca; Pagué esta misma y nos fuimos del lugar.

Al llegar a casa, mi chica colocó la muñeca en un pequeño estante frente a la sala, justo a la derecha del televisor.

Su vestido verde combinaba con el color de la pared y mientras nosotros veíamos películas o de igual manera jugabamos algún videojuego, la muñeca nos observaba fijamente, parecía interesarse en nuestras vidas.

Los días pasaban y una noche, mi mujer me despertó.

"La muñeca no está en el estante, amor... ¿Tú la moviste?" Me preguntó con sudor en su frente.

-Para nada, mi vida... Está donde siempre, debiste haberla movido dormida o simplemente se cayó del estante, ven y duerme.-
Ella me miró a los ojos y luego me abrazó fuerte, quedándose dormida unos minutos después.

Conforme los días pasaban, los "sucesos extraños" parecían acrecentarse.

Mi mujer decía escucharla e incluso haberla visto caminar por los pasillos de la casa con un cuchillo en su pequeña mano de porcelana.

Los sucesos llegaron a tal punto, de sucedernos incluso al hacer el amor; Ella juró haberla visto en la habitación observandonos.

Decidimos un día tirar la muñeca y así lo hicimos; La pusimos en una bolsa de basura y la colocamos en la salida de la casa.

Semanas después de tranquilidad, mi mujer dijo haberla visto y una vez más los eventos extraños continuaron.

Ella decaía cada vez más, al punto de que con tan solo halar su cabello, este se caía a pedazos; Su cara se transformó en la de una mujer descuidada y enferma, su sonrisa ya no aparecía ni cuando le decía algo romántico y por supuesto, su apetito sexual desapareció por completo.

Recuerdo aquél día como si fuera ayer, ella estaba en la habitación, observando a la muñeca y con una sádica sonrisa, entonces su cabeza dio una vuelta de ciento ochenta grados y sus ojos observandome me aterraron.

Al cerrar los ojos y abrirlos, la observé de nuevo como siempre, sosteniendo la muñeca, en la tienda...

"Q-quiero esa..." Dijo ella.

-Oh, amor... Lo lamento, olvidé la billetera.-


Por: Héctor "skull" Nájera.

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